La instalación al sur del mundo
Como todo emprendimiento, los inicios fueron desafiantes. Instalarse en zonas rurales costeras, especialmente en Chiloé, implicó superar grandes dificultades logísticas e infraestructurales. Las primeras empresas enfrentaron complejidades para trasladar materiales y construir en lugares sin caminos adecuados, además de contar con mano de obra sin experiencia en el cultivo de salmones.
Durante la instalación, se capacitó a trabajadores y trabajadoras locales. Carpinteros de ribera, lancheros y pescadores artesanales brindaron un apoyo clave, junto a pequeños negocios que se sumaron al desarrollo del sector. Las plantas en proceso también abrieron nuevas oportunidades para muchas mujeres rurales.
En esos primeros años, la relación con la comunidad fue cercana: los equipos se establecían en la zona y contribuían directamente al desarrollo y empleo local, en territorios marcados por la agricultura y la pesca artesanal.